En YO SOY, el autor emplea cientos de trabajos académicos para formar una clase particular de argumento. Rechazando una lectura triunfalista de la historia de la iglesia, argumenta que la iglesia del primer siglo tuvo una confesión cristológica muy específica, una muy diferente de la que la iglesia más tarde llegó a creer. Norris demuestra cómo los escritores del Nuevo Testamento, específicamente anclados en una concepción judía de la unicidad absoluta de Dios, pudieron celebrar a Jesucristo en la Encarnación. El autor trabaja para demostrar que esta comprensión cristológica es bíblica, histórica y lógica.